jueves, 8 de enero de 2009

¿Es que no somos seres humanos?
Fuente: Diario desde La Franja de Gaza, El Periódico de Catalunya - España

El aire, la tierra y el mar en Gaza están ahora ocupados por el Ejército de Israel. También han invadido nuestras mentes, nervios y oídos. En un intento para que mis hijos dejaran de temblar, sollozar, estremecerse e incluso despertarse por los estruendos de los ataques durante las pocas horas que logran dormir, les coloqué unos tapones de algodón en los oídos. Pero lamentablemente no ha funcionado. Me pregunto cuánto debe afectar todo esto a sus diminutos corazones, mucho más pequeños y débiles que los de una persona adulta. Es imposible que puedan sobrellevar todo este estrés de una manera razonable. Por mi parte, tan sólo he logrado dormir ocho horas desde que empezó la ofensiva militar. Y es que se puede escuchar un nuevo ataque cada minuto.
El combustible para nuestro generador se agotó hace unos días, lo que nos ha llevado a compartir una pequeña habitación alumbrada por una pequeña lámpara de tenue luz con otras 11 personas. Tampoco tenemos acceso al agua potable. Poseemos un pozo, sí; pero únicamente es posible bombear el agua si disponemos de flujo eléctrico y desde que comenzó esta pesadilla a muchas zonas de Gaza se le ha denegado el acceso a la electricidad. No obstante, y a diferencia de otras familias, ayer tuvimos la fortuna de encontrar 20 litros de gasolina que nos permitirán de nuevo encender nuestro generador. Pero debido a que desde la incursión israelí no se ha permitido la entrada de combustible a Gaza, los 20 litros que hemos comprado nos han resultado siete veces más caros de lo habitual.
Llevamos un día sin comida y los pañales que compré hace un par de semanas para los niños están a punto de acabarse. Estos pañales no son de buena calidad, no son como los que podíamos comprar antes de que llegara este bloqueo, hace ya 18 meses. Un pañal de mala calidad significa molestos escapes... por ello, estos últimos días hemos tenido que bañar con agua helada a los pequeños.
Mi hermana y sus hijos, que permanecían con nosotros desde hace unos días, han decidido regresar a su hogar a pesar de nuestras protestas. Ella tiene miedo que con tanta gente en casa y con las pocas reservas de comida nosotros nos veamos obligados a comer sólo una vez al día, en lugar de las dos que venimos comiendo hasta ahora. Dice que en su casa ella tiene algo de comida con la que ella y su familia pueden aguantar algún tiempo.
Hay un dicho en árabe que viene a decir "la muerte en grupo es una bendición". Así que mi hermano, otras familias y la mía nos hemos mudado a casa de mis padres. Somos 11 personas conviviendo apretadas en el salón de la vivienda. El salón está en el primer piso, creemos que es la parte más segura de la casa. Sin embargo, si morimos, al hacerlo juntos, es posible que tal vez sintamos menos dolor que si lo hacemos solos.
Me pregunto qué pasaría si alguno de nosotros resultase herido o necesitase asistencia médica. Pues, las ambulancias están encontrado serias dificultades para poder acceder a los civiles heridos. Las carreteras están bloqueadas por escombros y las que no, por las fuerzas israelíes... Puedes desangrarte hasta morir mientras llegas al hospital. Incluso si los israelíes nos dejaran transitar libremente es posible que muriéramos bombardeados de camino a éste. Y si al final llegásemos, no habría camas suficientes para nosotros ni medicinas básicas ni tampoco la electricidad ni el combustible necesarios para hacer funcionar los equipos sanitarios. Y ni mucho menos nos sería posible salir de Gaza para recibir la atención médica necesaria.
Los hospitales deben funcionar ahora únicamente con generadores, lo cual dificulta aún más la labor de los médicos, desbordados ya por el elevado número de heridos a los que deben atender. Y si se termina el combustible para los generadores, los equipos de médicos dejarán de funcionar.
Hoy escuché a una mujer pidiendo ayuda a través de la radio. Las ambulancias no podían legar a donde ella estaba. Lloraba mientras decía: "Mi hogar está en llamas. Mis hijos están muriendo... Ayúdenme!". No sé lo que pasó con ella y sus hijos. Tampoco quiero imaginarlo.

Llevo mucho pensando que quizá esta sea la última hora de mi existencia. Mientras trato de conciliar el sueño, escucho por la radio el número de muertos, que crecen cada hora. Pienso que es posible que a la mañana siguiente sea yo uno de esos cuerpos que están contando, que sea parte de las noticias del boletín, que sea otro número más para aquellos que están viendo la muerte y la destrucción en Gaza. O tal vez el hecho de que trabaje para Oxfam Internacional signifique que sea un nombre y unos apellidos y no un simple número.
No tengo miedo a morir. Sé que un día u otro todos debemos morir. Pero no así, no sentado en mi hogar, abrazado a mis hijos y esperando que de un momento a otro no quiten la vida. Estoy indignado con esta injusticia.
¿A qué espera la comunidad internacional? ¿A ver a más gente amputada? ¿A qué desaparezcan más familias? El tiempo corre y el número de muertos y heridos crece. ¿A qué esperan?
¿Qué es lo que está sucediendo en contra de la humanidad? ¿Es que nosotros no somos humanos?
http://www.palestinalibre.org/

martes, 6 de enero de 2009

EL PODER DE LA MÚSICA EN VIVO

BIENVENIDO 2009